La costanera de Valdivia llama la atención de los visitantes y ciudadanos por su belleza y el entorno natural en donde destacan sus ríos. El panorama de los ríos Valdivia y Calle Calle embruja a los turistas en todas las épocas del año y desde los puentes e isla Teja se logra una magnífica vista.
Durante el terremoto de 1960 la cara visible de Valdivia reflejada en la costanera se vio muy perjudicada, al punto que tuvo que rehacerse por completo. La destrucción permitió que el paseo costero se extendiera, pues antes sólo llegaba hasta calle Anfión Muñoz.
Antes de 1960 el atractivo paseo también se llenaba se actividad industrial y comercial, pues comenzaba en el sector conocido como la Aduana y seguía con varios edificios públicos , los cuales la mayoría se vieron afectados, salvo los edificios Schuller (actual Centro de Estudios Científicos) y el edificio Kunstmann donde ahora funcionan restaurantes. Acerca de ese sector el arquitecto Víctor Westermeyer, quien fue asesor urbanístico de la Municipalidad de Valdivia tiempo después del terremoto y funcionario municipal por muchos años, explicó que “después del gran incendio de 1909 se construyò con pura madera, pero se rellenó con concreto y ladrillo. Entonces esos edificios no eran rígidos y no soportaron. La estructura de madera era flexible y todos esos rellenos los expulsaron, por eso se cayeron los edificios antiguos”.
La profesora de Historia y Geografía Digna Rodríguez relató que en la costanera, en el sector del Helipuerto a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX existía lo que se conoció como la Playa Ancha. Como era una playa que tenía terreno bajo cedió hacia el río después del terremoto.
Digna Rodríguez señaló que el malecón antiguo de la costanera surgió casi con el movimiento industrial de la ciudad, pues se necesitaba muelles para el atraque de las lanchas que llegaban con mercadería o que trasladaba materiales. En la costanera existían varias casas de tipo alemanas donde destacaba la Oficina de Transportes Fluviales de la familia Roepke y de gran actividad.
A la altura de lo que hoy es el Terminal Rodoviario de Valdivia existía una población de casas pareadas conocida como Francke. Cerca de esa población, por el lado de calle Picarte, estaba la curtiembre Lünecke y que, según los recuerdos de Digna Rodríguez, poseía un campanil que daba constantemente la hora.
La reconstrucción costó principalmente por los cambios que se produjeron en la cuenca hidrográfica. Con la ayuda del Estado y de otros gobiernos, en especial de Japón, se remodeló la costanera e incluso cooperó el Club de Jardines que era presidido por Érica Saelzer y en el que varias damas connotadas de la ciudad trabajaron para darle un toque paisajístico a la obra.
El Terminal de Buses no existía como tal en 1960 y en el lugar había casas donde vivían 37 familias que se vieron afectadas por el sismo y las que fueron erradicadas al barrio Las Ánimas.La mayoría de estas familias dieron origen a la población José Miguel Carrera de Las Ánimas y después se sumaron familias de otros sectores de la ciudad que también se vieron afectadas.
Víctor Westermeyer recuerda que “la Intendencia realizó un concurso nacional sobre equipamiento. Gané el concurso y el derecho para Valdivia de mil millones de pesos, gracias al anteproyecto del Terminal de Buses en 1963”.Ese fue el inicio del actual rodoviario.
UNA OBRA QUE ENTREGÓ VIDA
La recuperación de la costanera le devolvió vida a Valdivia después del desastre. El movimiento fue tan grande que provocó la caída de casi todas las viejas casas que quedaron en el suelo. Fue triste para los valdivianos de aquella época mirar desde Isla Teja hacia la costanera y verla completamente destruida. El panorama desanimaba a cualquiera.
El arquitecto Víctor Westermeyer, quien fue asesor urbanístico de la Municipalidad de Valdivia desde 1962, vivió lo que significó la batalla por recuperar el tradicional paseo costero. “Toda la costanera y sus lozas de concreto estaban apoyadas en pilares de madera y eso hizo que se vinieran abajo y añadió que la orilla se arregló con estacas de acero que se trajeron desde Alemania.
Para una segunda ocasión Westermeyer recordó que se trabajó con un ingeniero hidráulico de apellido Orphanopoulus del Ministerio de Obras Públicas y explicó que se hizo al lado de la orilla con piedras que se trajeron del antiguo camino a La Unión en Futa. “Se trajo toda la piedra laja que se pudo poner ahí y se hizo el relleno con pendiente, bien trabajado”. Añadió que hasta nuestros días se ve la diferencia del nivel del río que antes había y en algunos lugares se ve parte de la antigua costanera.
Víctor Westermeyer indicó que el enrocado de la costanera siguió desde el Cementerio Alemán hasta llegar a la calle Ecuador.
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